La Amazonía dejará de capturar 2.900 millones de toneladas de carbono en 2030 si no protegemos territorios indígenas y áreas naturales

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Octubre, 2025. Los pueblos indígenas han demostrado ser los mejores guardianes de la Amazonía. Gracias a sus conocimientos ancestrales y su gestión sostenible, los Territorios Indígenas y Áreas Naturales Protegidas albergan los bosques mejor conservados y con menores tasas de deforestación. Además concentran el 61% del carbono forestal capturado en 2023 en toda la Amazonía, ayudando a reducir el exceso de CO2 de la atmósfera y a mitigar el calentamiento global, según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).

Si en los próximos 5 años, los gobiernos amazónicos aplican poco o nulo control sobre la deforestación, sobre todo en Territorios Indígenas (TI) y Áreas Naturales Protegidas (ANP), la Amazonía dejaría de capturar 2.940 millones de toneladas de carbono en el año 2030. 

Así lo revela el inédito análisis del Proyecto Ciencia y Saber Indígena por la Amazonía, de la Red RAISG y Woodwell Climate Research Center, que proyecta tres escenarios futuros para las reservas de carbono: “Escenario 1 de ausencia de territorios indígenas y áreas naturales protegidas”(*) -descrito al inicio de este párrafo-, “ Escenario 2 de regulación permisiva” y “ Escenario 3 de inacción”

Para ello, los científicos utilizaron la herramienta de simulación Dinámica Ego y datos actuales de monitoreo satelital, a fin de orientar mejores políticas públicas, a puertas de la COP30 de noviembre en Brasil. 

Bajo el “Escenario 1 de ausencia de territorios indígenas y áreas naturales protegidas”, la Amazonía pasaría de capturar más de 85 mil millones de toneladas de carbono en 2023, a capturar solo 82.257 millones para el año 2030; lo que representaría una disminución del 3.5%. Esto se daría si los gobiernos aplican poco o nulo control sobre la deforestación, permitiendo el avance descontrolado de actividades como la agropecuaria, infraestructura y minería, que destruyen y degradan los bosques, sobre todo en TI y ANP.

“Cada tonelada de carbono que logramos mantener en los bosques amazónicos es una inversión en el futuro del planeta. Fortalecer la protección de territorios indígenas y áreas naturales significa conservar las mayores reservas de carbono forestal del mundo, un pilar indispensable para cumplir los compromisos climáticos globales”, recuerda Mireya Bravo Frey, coordinadora regional del Proyecto Ciencia y Saber Indígena por la Amazonía.

Pero ¿qué es la captura de carbono forestal y cuál es su importancia en el contexto actual? Durante la fotosíntesis, los árboles y vegetación capturan carbono, un elemento del dióxido de carbono (CO2) que se encuentra en la atmósfera, y lo retienen en sus raíces, troncos y hojas. De esta manera, ayudan a controlar este gas de efecto invernadero, producido en exceso principalmente por el uso de combustibles fósiles y la deforestación causada por actividades económicas, como la ganadería.  

Por eso su función es vital en un contexto en el que, a pesar del Acuerdo de París – que estableció mantener el aumento de temperatura por debajo de 2 °C -, ya hemos superado los 1,5 °C y los efectos del calentamiento global se agravan.

“Tener menos bosques es tener menos reservas de carbono en la Amazonía, lo que significa más emisiones contaminantes para el mundo. Esto genera temperaturas más elevadas en el planeta y eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes: como sequías, inundaciones, bosques más susceptibles a incendios y flujos de lluvias más impredecibles. Un panorama que no solo compromete la biodiversidad y cultura amazónica, sino también la seguridad hídrica y alimentaria del planeta”, alerta Jose Victorio, especialista en Sistemas de Información Geográfica y Teledetección de RAISG.

 

Políticas débiles y sin cambios

En tanto, el “Escenario 2 de regulación permisiva” se daría si los países amazónicos aplican políticas ambientales y marcos legales más débiles para los próximos 5 años. Esto generaría picos máximos en el cambio de uso de suelos, transformando grandes áreas de bosques amazónicos en tierras agropecuarias, urbanas y mineras.

En ese caso, la Amazonía dejaría de capturar 2.294 millones de toneladas de carbono para el año 2030, con relación al 2023, debido al avance de la deforestación y degradación forestal. Es decir, los bosques pasarían de capturar más de 85 mil millones de toneladas de carbono en 2023, a almacenar solo 82.904 millones al 2030; lo que representa una disminución del 2.7% en estas importantes reservas.

Finalmente, bajo un “Escenario 3 de inacción”, donde los gobiernos no realizan cambios notorios en las políticas ambientales y se mantienen las actuales tasas de deforestación, la Amazonía dejaría de capturar 1.113 millones de toneladas de carbono al 2030, con respecto al 2023 (es decir, 2% menos).

 

El panorama del 2023

Según el análisis de RAISG, en las últimas décadas, la Amazonía ya ha visto debilitadas sus funciones en la lucha contra el cambio climático. En el 2023, sus bosques dejaron de capturar 5.700 millones de toneladas de carbono, a comparación del año 2000, lo que representó una disminución del 6.3%. Según datos de MapBiomas Amazonía – Uso y Cobertura, de RAISG, entre 1985 y 2023, más de 88 millones de hectáreas de bosques que regulaban el clima global fueron transformadas en tierras agropecuarias, urbanas y mineras.

Asimismo, estas actividades fragmentaron los bosques y generaron un daño silencioso en los árboles que quedaron en pie, lo que impactó en su mortalidad, su capacidad de regeneración y en los procesos de fotosíntesis, que son claves en la captura del carbono.

 

¿Cómo evitar los peores escenarios?

A fin de evitar los peores escenarios futuros, la Red RAISG hace un llamado a los tomadores de decisiones, Para ello, antes del 2030, urge aplicar estrategias que eliminen la deforestación, la degradación y los incendios forestales, dentro y fuera de los Territorios Indígenas y Áreas Naturales Protegidas. Además de fortalecer el rol de los pueblos indígenas como guardianes del bosque, garantizando sus derechos humanos y territoriales.

“Estamos ante una cuenta regresiva ambiental: si no se fortalecen las políticas de protección y no se reconoce el rol central de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la Amazonía dejará de ser un aliado climático y se convertirá en una fuente de crisis. No se trata solo de árboles; se trata de la vida en el planeta”, indica Renzo Piana, director ejecutivo del Instituto del Bien Común, parte de la Red RAISG. 

En ese sentido, se recomienda priorizar políticas que articulen la ciencia con los saberes de los pueblos amazónicos, a fin de desarrollar modelos económicos y tecnologías, basadas en bajas emisiones de CO2 y usos sostenibles de los bosques y los sistemas hídricos. Además de frenar la deforestación, los incendios y el avance de actividades ilegales y delitos ambientales, que atentan contra la conservación de los ecosistemas y el bienestar de los habitantes de la Amazonía.

De igual modo, se recomienda llenar vacíos de protección a través de la creación de corredores entre los Territorios Indígenas, territorios colectivos comunales, Áreas Naturales Protegidas y otras figuras de conservación, desde los Andes hasta la Amazonía, por medio de la articulación, titulación de tierras y fortalecimiento de la gestión de los pueblos indígenas. 

“La Amazonía aún puede ser nuestro mejor aliado climático si actuamos con urgencia. Reconocer el rol de los pueblos indígenas y fortalecer la protección de sus territorios es clave para garantizar agua, alimentos y estabilidad climática. No se trata sólo de conservar un bosque: se trata de asegurar la vida y el futuro de todos”, concluye Mireya Bravo Frey.

 

(*) “Ausencia de territorios indígenas y áreas naturales protegidas” son unidades territoriales con enfoque de sostenibilidad socioambiental o de conservación.