De un vistazo
- Estudio abarcó ríos que fluyen desde los altos Andes hasta tierras bajas amazónicas
- Encontró que mercurio y cadmio superan hasta en 1000 veces límites máximos permitidos
- Minería ilegal de oro, piscicultura y agroquímicos entre causas probables de contaminación
Metales pesados como el mercurio y el cadmio superan entre 100 y 1000 veces los límites máximos permitidos en 14 afluentes del río Napo en la Amazonía ecuatoriana, revela un nuevo estudio.
Los sitios ubicados cerca de la minería de oro a pequeña escala y los rellenos sanitarios presentaron las mayores concentraciones, según la investigación que se publicará en la edición impresa de marzo de la revista Science of The Total Environment.
Según los autores del estudio, que midió la concentración de metales en el agua y en los sedimentos, la acción humana está introduciendo metales en el ecosistema acuático, aunque admiten que hace falta monitorear las aguas.
La minería a pequeña escala, la piscicultura, el uso intensivo de agroquímicos y los vertederos municipales probablemente sean las principales causas de esta contaminación, estiman los autores.
“Hemos logrado detectar algunas de las principales fuentes de contaminación para esta región. Seguimos trabajando para determinar el impacto de la contaminación ambiental en el ecosistema”.
Mariana Vellosa Capparelli – Universidad Regional Amazónica (IKIAM)
Esas son, precisamente, las actividades mayoritarias de los 10.000 habitantes que viven dentro de las casi 7.000 hectáreas que abarcó el estudio, distribuidas en zonas rurales y urbanas alrededor de ríos que fluyen desde los altos Andes hasta las tierras bajas del Amazonas.
En agua, el cadmio, plomo, cobre, zinc y mercurio estuvieron mayormente por encima de los límites máximos permisibles en las muestras, mientras que el cadmio en sedimento alcanzó concentraciones 5 veces superiores a los efectos biológicos adversos que se presentan con frecuencia, que se conocen como “nivel de efecto probable”, concluye el estudio.
Todos los metales pesados hallados pueden ocasionar serios problemas ambientales ya que se acumulan en el suelo, las plantas y los tejidos orgánicos. Tampoco pueden ser eliminados por el organismo humano en caso de ser ingeridos en dosis por encima del límite permisible.
La bióloga Mariana Vellosa Capparelli, quien dirigió la investigación desde la Universidad Regional Amazónica (IKIAM), explica que los metales pueden ser tóxicos en concentraciones elevadas, aunque sean elementos esenciales para los organismos.
“Hemos logrado detectar algunas de las principales fuentes de contaminación para esta región. Seguimos trabajando para determinar el impacto de la contaminación ambiental en el ecosistema”, explica a SciDev.Net.
Francisco Zaldumbide, consultor ambiental en manejo de aguas y docente de la especialidad en la Universidad Técnica de Ambato, advierte que “si tomamos agua con cadmio, se pueden generar daños renales en los seres humanos. El mercurio deteriora el sistema nervioso. El plomo es tóxico en mujeres embarazadas y niños”, señala a SciDev.Net.
Ecuador tiene una legislación ambiental que exige el cuidado y la protección de los ríos y las fuentes de agua. Por la Ley Orgánica de Recursos Hídricos, Usos y Aprovechamiento del Agua, tanto las industrias como los municipios están obligados a tener plantas de tratamiento para eliminar sus desechos y aguas servidas. De alguna manera, según Zaldumbide, cierto control se da en las grandes ciudades y zonas urbanas mientras que el área rural queda descuidada.
“La autoridad ambiental no tiene los recursos para ir de industria en industria. Además, es bastante costoso operar una planta de tratamiento por los elementos químicos que se requieren”, dice.
“La minería a pequeña escala no tiene regulación de ningún tipo, ni de prevención ni de control. La gente manipula a manos libres los elementos tóxicos. Este estudio es una base. La sanción económica es un primer paso para el control”, sostiene.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la Amazonía ecuatoriana comprende aproximadamente 500.000 habitantes que viven en condiciones de pobreza en pequeños pueblos y aldeas que carecen de infraestructura pública básica, como áreas de descarga efectivas y tratamiento de aguas residuales, lo que aumenta los riesgos de contaminación ambiental.