Sputnik
3 de septiembre, 2021
QUITO (Sputnik) — La emergencia sanitaria por el COVID-19 enfrentó a las poblaciones indígenas de la región, al igual que a muchas otras alrededor del mundo, a restricciones para acceder a los sistemas sanitarios, por lo que muchos habitantes, sobre todo de la Amazonía de Ecuador y Perú, sufrieron especialmente la pandemia.
De acuerdo con la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), más de 60.000 personas se contagiaron en dicha región.
Sin embargo, pese al alto nivel de contagio, la mortalidad no fue tan alta como pudiera esperarse.
Un claro ejemplo se vio en las comunidades kichwa de la Amazonía ecuatoriana.
Según el artículo “Resiliencia contra la pandemia de COVID-19 en comunidades indígenas Kichwa en la Amazonía ecuatoriana”, publicado en la revista Mundos Plurales, entre marzo y agosto de 2020 hubo un contagio muy generalizado de COVID-19 en esas comunidades, con una mortalidad notablemente baja.
El secreto de ese éxito podría estar en el uso generalizado de plantas medicinales, pues durante la pandemia los kichwas, al igual que otros pueblos indígenas amazónicos, utilizaron sus diferentes saberes y medicinas tradicionales para enfrentar el COVID-19.
“Las diferentes nacionalidades comenzaron a fortalecer los procesos propios de sabiduría ancestral en cuanto a medicina ligada al conocimiento de plantas y saberes espirituales”, dice a Sputnik Belén Páez, directora Ejecutiva de Fundación Pachamama.
Según expertos, a más del uso de plantas medicinales, en el éxito frente al COVID-19 también jugó un rol importante el ambiente natural y la vida en armonía con la naturaleza.
Cuencas sagradas
La lucha exitosa de los pueblos amazónicos frente al COVID-19 llevó nuevamente a la palestra de discusiones en Ecuador la Iniciativa denominada Cuencas Sagradas, un plan biorregional concebido para 10 años para para proteger la Amazonía de Ecuador y Perú con un enfoque ecocéntrico.
La propuesta es impulsada por los propios pueblos indígenas y varias organizaciones no gubernamentales, entre ellas Pachamama y Amazon Watch, que apoyan a los pueblos amazónicos, y uno de cuyos ejes centrales es establecer un sistema de salud para la recuperación y fortalecimiento de los saberes ancestrales.
“Se trata de salud intercultural para fortalecer los procesos propios de sabiduría ancestral, en cuanto a medicina ligada a conocimiento de plantas y saberes espirituales, con énfasis también en la salud materno-infantil, seguridad de familias, programas destinados a fortalecer la capacidad de las parteras locales; en fortalecer los procesos de conocimiento y uso de plantas medicinales, en proceso colectivos en los que los abuelos trabajen con los niños y jóvenes de las comunidades en los temas de saberes ancestrales y uso de plantas sagradas, como parte también de un tema espiritual”, dice Páez, quien también es secretaria general de Cuencas Sagradas.
La iniciativa busca implementar un sistema sanitario intercultural, sustentado en experiencias exitosas con planes de salud adecuados a nivel territorial y a base de una amplia participación de la comunidad.
“La prioridad es establecer un sistema de salud para la recuperación y fortalecimiento de los saberes ancestrales, tanto en los modos de vida como en las prácticas de alimentación y curación de los pueblos nativos. Esto implica que también se trabaje en la atención bilingüe y preventiva que brinde condiciones de confianza a los pacientes indígenas, logrando de esta manera una complementariedad con la medicina occidental”, dice por su parte Lola Piyahuaje, vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE).
El concepto de salud intercultural va ligado a temas como la soberanía alimentaria e incluso de transporte, aéreo y terrestre, para emergencias; acceso a medicinas occidentales, como antibióticos, centros de salud indígenas, lugares para el trabajo de las las parteras, entre otros temas.
Nueve paises a más largo plazo
Inicialmente, Cuencas Sagradas nace como una iniciativa biorregional de Ecuador y Perú, que abarca no solo temas de salud sino también tópicos ambientales, sociales, culturales y económicos, conectividad, ciudades inteligentes, educación, descontaminación de cuencas fluviales, pero a partir de 2023 se incorporarían Venezuela y Colombia y en la próxima década serían parte los 9 países amazónicos.
El financiamiento inicial arrancó con donaciones solidarias alrededor del mundo para construir el Plan Biorregional, que es tan ambicioso que requerirá recursos totales por alrededor de 19.000 millones de dólares, de los cuales el 90% deberían ponerlo los Estados.
“Cuencas Sagradas estaría dispuesta a tener una participación importante en la gestión de estos recursos con la comunidad internacional, con artistas, con individuos del mundo que están interesados en los próximos 10 años alojar cientos de millones para la implementación de la iniciativa”, destaca Páez, quien cree que los estados deben ajustar sus presupuestos y manejar los recursos de manera más eficiente.
Entre los mecanismos para lograr financiamiento también está el canje de deuda por conservación que financiarían recursos para una renta básica universal para los amazónicos de la biorregión, un tratado para dejar los combustibles fósiles bajo tierra y replantear el tema a gran escala para recibir compensaciones.
Planteamientos ambiciosos, que buscan utilizar nuevos mecanismos de financiamiento climático, pero solo el tiempo dirá si los Estados deciden apostar a ellos.