El Diario
Madelen Simó
30 de septiembre de 2021
El mes de la mujer indígena es propicio para hablar de su lucha, sus derechos y los retos que tiene en medio de la crisis económica. Por un lado, es quien sostiene el hogar cuando su esposo se va a las minas a trabajar; y por el otro, migra de su territorio y se desplaza fuera del país para solucionar la precariedad de su situación.
Keila es una mujer indígena del pueblo baré, cabeza de familia y madre de tres niñas de 7, 10 y 14 años de edad. En junio de 2021 regresó de Neiva, capital del Departamento de Huila en Colombia. Para esa ciudad había migrado en 2020, en plena pandemia, respondiendo al llamado del amor y con la idea que ese viaje sería la solución a sus dificultades económicas.
Dira es otra mujer del pueblo indígena baré, quien aguarda en casa de su tía con sus siete hijos, mientras su esposo busca el sustento económico de la familia en una de las minas al pie del Parque Nacional Yapacana.
Y así, entre esta realidad, viven gran parte de las mujeres indígenas de Amazonas, estado fronterizo con Colombia y Brasil. Ellas tratan de mantenerse fiel a sus costumbres y buscan, pese a todas las dificultades, garantizar el bienestar de sus hijos.
El 5 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Mujer Indígena, el cual fue instituido en 1983 durante el Segundo Encuentro de las Organizaciones y Movimientos de América, realizado en Tiahuanaco (Bolivia). El objetivo fue destacar su importancia en la lucha de los pueblos y vislumbrar su papel en las familias y sus comunidades. Hoy, esa lucha del lado venezolano tiene el agravante que se desarrolla en medio de una crisis humanitaria.
La oportunidad
Durante el año 2020, Keila comenzó a tener comunicación a través de la red social Facebook con un amigo colombiano. Después de varios meses de conversaciones, ella decidió aceptar la invitación de ir hasta Colombia para comenzar formalmente una relación sentimental y, además, para ver qué oportunidades le ofrecía el país vecino. Primero se fue sola en octubre de 2020 y en diciembre del mismo año, regresó a Puerto Ayacucho a buscar a sus hijas.
«Le decía a mis hermanos: ‘me voy a ir a ver cómo me v Emir (el hombre con quien entabló una relación) me envió el dinero y me fui por Puerto Carreño (Departamento de Vichada – Colombia), en plena pandemia y con la frontera cerrada. Me fui arriesgándome», precisó.
En los meses que estuvo en Colombia, el papá de las niñas se hizo cargo de ellas. En ese tiempo se organizó para buscar a sus hijas, porque tenía claro que eran el principal motivo de irse a otro país.
Así como Keila otras mujeres indígenas en la frontera han visto en la migración una solución para mejorar sus condiciones de vida.
Asimismo y aunque no hace distinción de género, el Grupo de Investigaciones de la Amazonía (Griam) indicó en un estudio presentado en abril de 2021, que la migración indígena hacia Puerto Carreño, capital del Departamento de Vichada, ronda las 3.000 personas.
Para Keila la migración no fue algo traumático, incluso contó que fue bien recibida por la familia colombiana que la acogió. El problema se presentó con sus hijas y el roce de caracteres que se generó entre ellas y la pareja con la que mantenía una relación. Eso determinó la decisión de regresar a Puerto Ayacucho en junio de 2021, para encontrarse con un país que sigue en precariedad.
Quedarse sola
Dira partió de Cucurital, comunidad al sureste de Amazonas, para llegar a Puerto Ayacucho, capital del estado. El motivo fue tratar una enfermedad respiratoria que venía padeciendo. En ese periodo, su esposo, pescador de oficio, decidió irse de su lado para buscar el sustento económico para ella y sus siete hijos.
Aunque está con parte de su familia materna, Dira manifestó sentirse sola, sin el apoyo de su compañero, quien proveía el alimento para su hogar, sobre todo porque al ser pescador esa proteína nunca faltaba en la mesa. Ahora, tienen que comprar el pescado, sumado al mañoco (harina de yuca) y otros alimentos que se necesiten.
La ida de su esposo a una de las minas del Parque Nacional Yapacana, fue la forma que encontraron para solventar las dificultades de salud y de alimentación que venían presentando. Hace tres meses que eso sucedió, pero desde hace un mes, Dira no ha tenido comunicación con su esposo ni tampoco ha recibido dinero enviado por él para mantener a sus hijos.
«Me siento sola, no estoy en mi casa, no estoy trabajando y he estado enferma». Así describió Dira los recientes días que le ha tocado vivir.
Algunos logros
Para uno de los coordinadores en Amazonas de la organización pro defensa de los derechos indígenas Kape Kape, Simeón Rojas, las mujeres indígenas han tenido algunos logros en el contexto de los avances en la legislación venezolana para la defensa de los derechos de la mujer.
«Hemos tenido un avance en la instrumentación jurídica de respaldo, no solo para la mujer indígena sino para todas las mujeres», sostuvo Rojas.
Agregó que la lucha de las mujeres indígenas lleva varios años, aunque los resultados sean pocos. Varias organizaciones se han mantenido firmes, como la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), Movimiento de Mujeres Wanarelu y el Instituto Nacional de la Mujer.
«La lucha se viene dando por la conquista de espacios y es algo difícil para la mujer indígena, por el rol que tiene en su pueblo, en su comunidad. Sin llegar a hablar de emancipación, pero sí se han dado unos tibios avances en tomar protagonismo en la lucha indígena. Tal vez no ha tenido los frutos deseados, pero la importancia radica en que la misma se mantenga y en saber que cada día hay más derechos por los cuales las mujeres indígenas pueden luchar», precisó Rojas.
No obstante, señaló que en cuanto a la violencia de género es importante visibilizar esta situación en torno a la mujer indígena. Consideró Rojas que el tema «debe ser abordado en las comunidades, desde la perspectiva de los indígenas, con el manejo diferenciado, respetando su cosmovisión».
Violencia de género
La educadora Oriany López explicó en un foro sobre la mujer indígena que se realizó en Puerto Ayacucho, el pasado 3 de septiembre, que la violencia de género es una situación que responde a los patrones de crianza.
«En el estado Amazonas, al ser un pueblo multicultural, siempre hemos estado arraigados a la violencia de género, solo que por el tema de nuestra cultura, lo tomamos deportivamente. Ahora con algunas evoluciones, las mujeres hemos tratado de salir de esa condición».
López agregó que la mujer indígena ha ido evolucionando con las posibilidades de salir de casa y estudiar, así como de emprender en el área productiva. Reiteró que tratando de respetar la cultura, se debe crear conciencia sobre esta situación.
En ese contexto, es importante señalar que el informe del Observatorio Venezolano de Violencia en Amazonas reveló que en el primer semestre de 2021, se registraron 53 casos de violencia, de los cuales 66% pertenecen al sexo femenino, incluyendo mujeres indígenas y criollas.
El mismo estudio indicó que predominó la fuerza física en la violencia y que al considerar a los victimarios, encontraron que 63,3% fueron identificados como familiares o conocidos de las víctimas.
Pese a los avances en sus luchas, aún las mujeres indígenas tienen mucho camino por recorrer en la igualdad de género. La mayoría siguen relegadas al hogar, excluidas del sistema de educación y sin garantías en la seguridad alimentaria y de salud.
Tomado de: https://eldiario.com/2021/09/30/mujer-indigena-frontera-amazonica/