Con 19 años, Helena Gualinga se une al trabajo de varias generaciones por la preservación de los derechos de los pueblos originarios en la Amazonía ecuatoriana.
VOGUE
ATENEA MORALES DE LA CRUZ
22 de abril, 2021
La conversación con Helena Gualinga me deja claro la coherencia de su discurso. ‘Hay tanto por perder si no luchamos y hay tanto por ganar si lo hacemos’, me dice en algún momento de la plática. La joven –cuyo apellido por sí mismo ya tiene peso– se reúne conmigo a través de Zoom. Hablamos de mucho y poco a la vez. Con escasos 19 años, rememora recuerdos de la comunidad a la que tanto respeta, Sarayaku, en la Amazonía de Ecuador.
Helena Gualinga se une al trabajo de jóvenes en América Latina (y en el mundo) abogando y dejando claro que la lucha contra la crisis climática nos compete a todos. Así, siguiendo el trabajo de generaciones en Sarayaku por proteger y preservar sus tierras, Gualinga creció en una comunidad con mujeres con roles protagonistas. Su madre, hermana, tías y abuela asumen un importante papel en esta lucha, en una América Latina cuyo movimiento ambientalista ha sido víctima de la violencia. Sin embargo, dentro de todas las aristas, ella es una de las muchas voces que están dispuestas a exigir el cambio. En exclusiva para Vogue, conversamos con ella.
‘Hay tanto por perder si no luchamos y hay tanto por ganar si lo hacemos’.
© Martina Orska.
¿Quién es Helena Gualinga? ¿Cómo nace tu interés por la preservación de los derechos de los pueblos originarios de la Amazonía?
Tengo un padre que es sueco-filandés y una madre que es indígena quichua de Sarayaku de la Amazonía ecuatoriana. Toda mi vida crecí entre Europa y la Amazonía. He podido tener dos perspectivas de las cosas. Mi comunidad es bastante única, geográficamente estamos totalmente aislados de las ciudades, carreteras, el mundo moderno y tenemos una forma de vivir bastante distinta. Tuve una niñez única. Pude crecer con mi comunidad y en comunidad. Crecí en un proceso de lucha y organización.
No me identifico mucho con la palabra activista. El año en el que nací mi comunidad tuvo problemas con compañías petroleras las cuales tenían el apoyo del estado ecuatoriano e intentaron, en contra de nuestra voluntad, entrar a Sarayaku a comenzar a explotar petróleo. Esto tuvo una respuesta muy fuerte de mi comunidad y el resultado fue un proceso de lucha de años. Desde entonces, comprendí que la lucha es tan grande, no solo la marcha que vemos cada ciertos años, es todo el proceso organizativo de las comunidades. Recuerdo ver a mis tíos y tías, y pensaba: ‘mis primos van a ser ellos en unos años’. Y ahora, me toca a mí. Esa lucha de mi comunidad fue lo que me llevó a esto.
¿Cómo influyen los roles de tu hermana, madre, tía, y otras mujeres, en tu vida?
He tenido el privilegio de crecer entre tantas mujeres valientes y lideresas. He aprendido mucho de ellas. En los procesos comunitarios y los procesos organizativos de nuestras comunidades siempre, lo más fundamental, ha sido la voz de la mujer. Crecí con mi mamá, que es una persona bastante fuerte –ha sido la lideresa de mi comunidad varias veces– mi tía, mi hermana mayor Nina Gualinga, tías-abuelas y abuela. Algo que siempre pienso es que las mujeres se nos ha enseñado a exigir el respeto, a que se nos escuche. Pero yo aprendí que no era algo para exigir sino esperar. He aprendido a creer en mí misma y no tener esa inseguridad por ser mujer, joven o por ser indígena. Y creo que eso realmente lo he aprendido de ellas.
© Eric Marky.
El activismo ambiental en Latinoamérica es sumamente peligroso. ¿Qué te impulsa a seguir adelante con esta lucha?
Sí, hay una persecución política de las personas indígenas que defienden el medio ambiente en Latinoamérica. Muchas personas que yo conozco han tenido amenazas contra sus vidas. Lo que me motiva es el saber que tengo el poder de lograr un cambio. Creo en alzar y unir mi voz a las personas que ya están luchando. No soy la única pero unir mi voz a este grito, a esta lucha, es importante para que continúe. Por mi parte, también se trata de la vida que yo he tenido, los privilegios he gozado por tener un padre europeo, y saber que eso lo puedo utilizar de muchas maneras para ayudar o apoyar a mi comunidad. Creo que sería una irresponsabilidad no utilizar mi voz, no utilizar los privilegios que he tenido. No es una cuestión de querer hacerlo, es una cuestión de tener que hacerlo porque realmente es mi responsabilidad.
Las comunidades en la Amazonía han luchando desde hace décadas contra la explotación petrolera y otras amenazas en sus territorios. Personalmente, ¿cómo has visto que esto afecte a las comunidades?
Hay distintas formas de cómo las compañías petroleras afectan a las comunidades. Primero, hay este choque cuando quieren entrar abusivamente a nuestras comunidades. Muchas veces de una manera muy injusta, dividiendo a las poblaciones, las comunidades y ofreciendo puestos de trabajo que realmente no van a dar. Creo que es la forma más horrible de explotar y utilizar a la gente, porque muchas veces es ofreciéndoles nuevas oportunidades, educación, salud y las cosas que los gobiernos no nos han garantizado. Las comunidades somos las que menos inversión tenemos en infraestructura, educación y salud. Después, está el atropello contra los derechos humanos, este atropello social donde empieza la persecución y el encarcelamiento de líderes sociales indígenas. Y si no es eso, de alguna manera nos desprestigian. Además, de todas las consecuencias ambientales.
© Katherine Quaid.
¿Qué esperas de todo el foco que se le está dando al tema? ¿Cómo ves las cosas en América Latina?
Creo que cuando se habla del cambio climático, hay este entendimiento de que tenemos que reducir el CO2. Más o menos de eso hablamos: de reducir lo que emitimos. Y eso se trata en las convenciones internacionales pero regular las emisiones no es posible sin regular la explotación petrolera. No es posible regular sin la explotación de combustibles fósiles. Es imposible emitir menos si estamos produciendo más petróleo y combustibles fósiles. Ahí tenemos la responsabilidad de actuar. Lo que espero es que realmente podamos tener conversaciones y acciones que realmente den resultados.
© Martina Orska.
¿Cuál es tu mayor anhelo para el futuro de nuestro planeta, comunidades y seres vivos?
Quisiera que en las comunidades tengamos y que se nos garantice el poder decidir por nosotros mismos y, asimismo, nosotros poder seguir protegiendo las selvas que hemos protegido por tanto tiempo y que el hacer eso no sea una amenaza para las personas.
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