Una entrevista con Angélica García, secretaria ejecutiva de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), a puertas de la V Cumbre de Presidentes Amazónicos y de la COP 30, que se realizarán este año en Colombia y Brasil, respectivamente.

Angelica Garcia, Secretaria Exjecutiva de RAISG
En encuentro con actores claves amazónicos (Rio Negro, Manaus, Brasil)
¿Qué oportunidades en el contexto de cambio climático tendrá la Amazonía en esta COP30, tomando en cuenta que tendrá un foco importante en la Amazonía?
Este año, tenemos la gran oportunidad de defender la Amazonía y de posicionarla en el centro del debate del cambio climático; no solo en la COP30 de noviembre en Brasil, sino en eventos preparatorios, como la V Cumbre de Presidentes Amazónicos de agosto, en Colombia.
La Amazonía cumple un rol fundamental que permite regular el clima mundial, evitando que aumente aún más la temperatura de la Tierra; además de contribuir al ciclo de lluvias para toda la América del Sur. Entonces tenemos la gran oportunidad de dar visibilidad a esa importancia, de lograr que los acuerdos lleguen al fin a acciones concretas y se destinen financiamientos suficientes para evitar que la Amazonía llegue a un “punto de no retorno”, donde su existencia se vea comprometida. Y, sobre todo, necesitamos mecanismos que garanticen que esos financiamientos lleguen directamente a las comunidades indígenas y locales, quienes han asumido por generaciones la principal responsabilidad de conservar la Amazonía.
Es la oportunidad de decirle al mundo que las soluciones están en la Amazonía, pero que urge actuar más rápido…
Sí, exactamente. Hoy tenemos la lógica de derribar el bosque para establecer actividades económicas en su lugar, sin tomar consciencia de la importancia que la Amazonía tiene en nuestras vidas. Es cierto que poco a poco se gana mayor consciencia, pero los intereses económicos parecen dominar por sobre la garantía de la vida y los derechos humanos. Y entonces sí, venimos dialogando y discutiendo, pero a pasos muy lento, y mientras tanto, el tiempo va pasando, la situación se va agravando y las temperaturas subiendo. Entonces, este año se debe pasar definitivamente del discurso a la acción.
La ministra del Ambiente de Brasil, Marina Silva, dijo recientemente que la COP “no es una celebración”, sino “una lucha para tener un mundo más justo y sostenible”, ¿qué aportes llevará RAISG a la COP30 como parte de esta lucha colectiva?
Todo lo que elaboramos en RAISG busca contribuir a la lucha colectiva contra el cambio climático, y es de acceso libre y gratuito. En ese sentido, pondremos información importante en manos de los líderes globales y amazónicos:
Llevaremos mapeos sobre la contaminación del agua en la Amazonía, causada por actividades como la minería y la agricultura; así como análisis sobre las presiones que sufren los bosques y humedales, a fin de alertar sobre la inseguridad hídrica y alimentaria frente a los eventos climáticos extremos.
Brindaremos una serie de datos que prueban cómo la protección de los territorios indígenas es una estrategia efectiva para la conservación de los bosques y del agua.
Lanzaremos la segunda fase del estudio de conectividad ecológica, que muestra la importancia de conservar ecosistemas conectados en la Amazonía.
Y presentaremos una nueva versión de la plataforma AMA, un sistema de monitoreo, con alerta temprana en focos de incendios forestales y deforestación en la región.
La marcha del Acampamento Terra Livre (ATL), que reunió a más de 7 mil indígenas en Brasil, se realizó este año bajo el lema “La respuesta somos nosotros”, ¿cómo se demuestra esta afirmación tan poderosa en los análisis científicos de RAISG?
Los datos de RAISG demuestran que los 2 millones de indígenas que viven en los países amazónicos son la respuesta para conservar la Amazonía, debido a sus formas de vida, relacionamiento y gobernanza con los bosques. Comparto aquí dos aportes, pero hay muchos más:
La Amazonía tiene 6 millones de km2 de bosques muy bien conservados, llamados bosques estables, que guardan grandes cantidades de carbono y evitan que sea liberado hacia la atmósfera, lo que agravaría el calentamiento global. De ese total, el 41% se ubica en territorio indígena.
Por otra parte, entre los años 1985 y 2023, perdimos más de 88 millones de hectáreas de bosques en los 9 países amazónicos. De ese universo, sólo 1.5% de las pérdidas ocurrieron en territorios indígenas.
Estos datos confirman que los pueblos originarios y sus formas de vida frenaron el avance de actividades que destruyen los bosques, pero lamentablemente, al asumir su defensa, también pusieron en peligro sus vidas. Por ello, es importante garantizar su seguridad, pero no solo con su reconocimiento y titulación, sino creando políticas efectivas para frenar las actividades ilegales en sus tierras. Porque los indígenas son la respuesta, pero necesitan las condiciones necesarias para permanecer y seguir resguardando el bosque.
Una de las causas del cambio climático recae en nuestra mentalidad consumista, donde la naturaleza es una fuente de recursos al servicio del desarrollo económico, ¿de qué manera se visibiliza esa realidad en los análisis geoespaciales de RAISG, y qué se espera en ese aspecto por parte de los líderes globales en esta COP30?
RAISG analiza los cambios que han sucedido en la Amazonía desde el año 1985. Año a año, vemos que se pierden millones y millones de hectáreas de bosques y vegetación, y en su lugar entran actividades económicas como la minería, por ejemplo, para extraer metales que luego se convertirán en celulares, autos, relojes. Entonces, tenemos un modelo que ve al bosque como un obstáculo para el desarrollo de los países. Sin embargo, estos bosques son los que garantizan la vida humana y no humana en el planeta.
En ese sentido, es un llamado a los líderes globales para repensar modelos de desarrollo sostenible, donde los bosques sean valiosos también cuando están en pie, y no solo cuando son derribados. Es importante que busquemos esos caminos, para reemplazar el modelo de extraer y extraer recursos, por uno donde la naturaleza sea lo que realmente vale de por sí. Un modelo donde el metal que se extrajo del bosque no sea valioso porque se transformó en un celular, sino porque se quedó en la naturaleza para preservar la vida.
La vida de todos finalmente…
Sí, pero no todos lo entendemos igual. Existen pueblos que se ven conectados con la naturaleza, pero también vivimos en un modelo donde los recursos solo están ahí para ser extraídos, crear productos y consumir. Y ese pensamiento pasa por una falta de comprensión de que todos somos parte de un todo. Tenemos que tomar conciencia de que estamos interconectados con la naturaleza, y dependemos de ella, y por ende, debemos protegerla y preservarla.