17 de Junio de 2019
@tierravivavzla
Rubén Yánez, maestro warao de la comunidad Wakajara de Manamo, lleva días organizando el viaje para Tucupita, capital del estado Delta Amacuro. Aunque no tiene lancha con motor, tiene una misión que cumplir: llevar a cedular a un grupo de vecinos de su comunidad y darle el aventón a varias artesanas que tienen un compromiso con Fundación Tierra Viva. Habla con Melo, otro warao dueño de una curiara, y es así como una madrugada de los primeros días de junio se enrumba con 25 personas para Tucupita. La travesía es larga y pesada. Son tres días a canalete, sin parar los brazos, bajo el sol, la lluvia inclemente y el hambre.
Cada vez es más recurrente que los warao apelen a sus curiaras para llegar a Tucupita; en estos días no es fácil tener una lancha con motor, ni costear el aceite –al menos 7 litros desde Wakajara de Manamo- ni mucho menos la gasolina que escasea. Sin embargo, algo notable está sucediendo, sea como sea, las artesanas warao están llegando a nuestra oficina en Tucupita para entregar sus pedidos.
Ya nos tocó ver el año pasado a María Luisa, una artesana warao con más de 70 años de edad, llegar a Tucupita con su curiara, luego de tres días dándole canalete, para llevar un moisés que le habían encargado en la feria de Puerto La Cruz.
En el año 2010, apoyados por @chevron iniciamos el proyecto Apoyo a los emprendedores artesanales warao en comunidades rurales del Delta del Orinoco. Este acompañamiento a las artesanas warao no ha cesado hasta ahora; más aún, en 2014 recibimos un aporte de la @ueenvenezuela para el proyecto Mujer Indígena Emprendedora, que se terminó en 2018, el cual incluyó, además de artesanas warao, a mujeres artesanas wayúu y ye’kwana.
Reseña completa en Fundación Tierra Viva